¿Terminar una amistad?

La primera vez que me rompieron el corazón tenía 13 o 14 años. Él era mayor que yo, nos veíamos en mi casa a escondidas cuando yo salía del colegio, estuvimos varios meses juntos y en medio de mucho drama adolescente finalmente todo terminó cuando empezó a salir con una de mis amigas sin avisarme.

Ella me dolió más que él. Creo que no hablamos nunca más. De vez en cuando la veo en FB, sé que tiene un hijo o dos y parece feliz.

Como casi todos, yo también tengo «ese amor». El complejo, adolescente, intenso. Esa persona con la que crecí e hice muchas cosas por primera vez. Ese que ya hoy no me duele, al que le lloré muchas noches y con quien tuve todas las demostraciones de amor tóxico que pueden existir.

Y cuando todo eso pasó tuve amigas y amigos que estuvieron junto a mí para escucharme hablar de él una y otra vez, abrazarme y amarme…durante años.

Estoy convencida que ninguna ruptura duele más que las amistosas. Porque no las vemos en las películas, no sabemos cómo reaccionar ante ellas, no sabemos cómo vivir ese duelo y de una u otra forma, creemos que los amigos estarán para siempre porque los amigos «son la familia que escogemos»… y pues ya sabemos que aprendemos sobre la familia mientras crecemos.

Terminar una amistad duele mucho. Se siente como un rechazo y como todo en la vida, depende de la edad, confianza, madurez de ambas partes y la circunstancias.

Me pone triste pensar en cuántas amistades importantes he perdido. También a veces me encuentro a mí misma imaginando otros escenarios.

El infame «¿qué hubiese pasado si..?»

He sentido que me cambian por otra persona, he escuchado «en realidad no me caes tan bien», me he sentido traicionada e incluso he tenido que hacer repartición de bienes como de si un matrimonio se tratara.

Mis amigos son vínculos más cercanos que una pareja, porque han durado más, porque me muestro cómo soy, sin pretensiones, sin máscaras…porque siento muchísimo por ellos.

Hoy me tengo que replantear qué hacer en mis tiempos libres, a quién mandarle memes y dejé de sentir que alguien seguramente me acompaña a cualquier plan que se me ocurra.

Lo admito, estoy en conflicto. Dudo de mí y de quién soy. Me siento una farsante en mi propia vida, pero sé que esto también va a pasar.

Ya ha pasado antes y me volverá a pasar.