Ok, tengo mucho tiempo sin escribir y encontré la excusa perfecta para hacerlo: ahora tengo 30 años. Según yo eso no significa nada, pero me empeciné en que era una buena razón para retomar el hábito. Por ahora empezaré con ese bello tema que es una de mis frases más repetidas cuando estoy borracha: el amor existe y son las amigas.
Me gusta pensar en mí como la tía solterona de los gatos pero cooler. No tengo gatos, sí un montón de sobrinos y también mucho rato soltera, aunque mi psicóloga diga lo contrario, y por muuuuucho tiempo añoré compañía masculina de manera romántica, sin embargo creo que TODO lo que quiero de un novio, lo tengo con mis amigas.
Lo único que mis amigas no pueden llenar es la parte sexual, pero para eso tengo amigos jaja. Es decir, esa pareja, ese vínculo romántico, tiene que ser mi amigo antes que cualquier otra cosa, pero ese no es el punto de esta entrada.
Con mis amigas puedo pasar un domingo de bajón, escuchando música y comiendo comida chatarra. Con ellas puedo ir a clases de twerk y luego hacer sesiones en casa para vernos perreando y animarnos a hacerlo sin vergüenza. Podemos pasar todo el día dormitando, abrazándonos, mientras vemos películas y nos damos besitos en la cabeza.
Con Lucía puedo estar en un espacio de 3×3 cada una trabajando en silencio y por momentos gritar a todo pulmón el coro de alguna canción que su algoritmo de Spotify reproduzca. Con Mariela puedo cantar y bailar en la calle sin que me dé pena qué opinan los demás y también sé que puede robarse una toalla para que nos sentemos en la orilla del mar y yo servilletas para que se suene la nariz y calme su alergia. Con Patricia puedo alocarme con recetas porque como no cocina, todo lo que hago le parece delicioso y me lo aplaude. A casa de Patricia voy cuando quiero acariciar gatitos, hacer yoga y distraerme con luces en el cielo. Y con Jimena puedo hablar de lo que sea porque siempre tiene un punto de vista distinto, me dice lo que piensa sin chistar y es el mejor hombro sobre el cual llorar.
Hay muchas razones por las que mis amigas son lo mejor que me ha pasado. Ellas me han ayudado a conocerme, he conseguido paz y estabilidad gracias a su compañía, hemos reído hasta llorar, me acompañan cuando quiero probar el kangoo o cuando quiero conocer un bar nuevo en la ciudad.
No dejan de sorprenderme y amo que podamos crecer juntas.
Sólo basta con mirar atrás y darme cuenta que hace 6 años Penélope y yo trabajábamos en una oficina en Polanco, íbamos a empedar todos los viernes y hablábamos de los novios o de los ligues de una noche. Hoy, cada una está en otro lugar, en otro trabajo y hablamos de los intereses del banco. O pensar en Fran a quien conocí cuando tenía 28 y que la temática de sus 30 fueron unicornios…ahora yo soy la que tiene 30 y ella una beba preciosa.
Mis amigas: una vive en una casa con jardín y perrito, otra está viviendo sola por primera vez y me permite acompañarla en esta etapa importante, una me escribe para pedirme consejos y me recuerda todas las veces que llamé a Fran llorando o simplemente para preguntarle qué haría ella en mi lugar.
Hoy tengo la vida que quiero porque la comparto con mujeres que admiro y que me hacen sentir diariamente en cada mensaje, cada beso y cada meme compartido que soy valiosa, que soy querida, que aporto y que soy importante porque las ayudo a crecer como ellas a mí.